Un día normal y corriente, mi amigo Freddy y yo fuimos a jugar al patio de mi casa.
Al bajar observamos unos leves pero constantes movimientos entre las plantas, nos acercamos muy despacio y ahí estaban, unas pequeñas hormigas
que tomaban las migas del pan de nuestra merienda. Pero algo extraño sucedió. Vimos una diferente, tenía las patas mas cortas y las antenas
enredadas. Se paró y nos miró firmemente, agitó su abdomen y encogimos hasta ser como ellas. Nos agarró de la mano a los dos y nos llevó
dentro de su hormiguero. Al bajar nos dimos cuenta de lo grande que era y del esfuerzo que habían hecho para levantar todo ese imperio. Pero
lo que escaseaba era comida, y nos mandaron a buscarla. Fuera del hormiguero todo era enorme, pasamos por debajo de la puerta de mi casa y
mi madre ni se dio cuenta. Nos costó subir mucho por el armario, pero llegamos. No pudimos con todo un bizcocho y llamamos a la demás hormigas.
Nos dimos cuenta que acudieron a nuestra ayuda de inmediato y pudimos entre 20 llevar un cuarto del bizcocho. La reina nos dio las gracias
y nos dijo que vengamos cuando quisiéramos. Al volver a nuestro tamaño normal mi madre nos preguntó que dónde nos habíamos metido y
le dijimos que fuimos a ayudar a gente que lo necesitaba.
Jassiel Fernandez de la Huerta
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